Una noche interesante - Capítulo 4

Sergio, el sueño de cualquier chica, rubio, como su hermano, con ojos azules, bastante alto, saca buenas notas, pero tiene un problema, tiene algunos comportamientos que no le gustan demasiado a Lorena. Está en casa en su casa aún, ha ido para que le aclarara una cosa, pero han acabado hablando de otras cosas. Se divierte con él, tiene que admitirlo, pero todavía no ha visto las mechas. ¿Qué pensará? Seguro que se ríe de ella, piensa Lorena, pero la realidad es bastante distinta, Sergio está encandilado por el encanto de la chica, le parece muy simpática. La chica se levanta de su lado en la cama repentinamente, se pone las deportivas, coge su mochila y por un despiste deja al descubierto uno de los tatuajes sin percatarse, algo que sí que hace el chico. Se ha puesto nerviosa por algún casual y ya no quiere estar ahí.

- ¿Te vas? – Pregunta Sergio desde su posición en la cama.

- Sí, se ha hecho tarde. – Responde la chica girándose.

- ¿Quedamos mañana?

- Em… Sí, vale. -Se gira y cuando está a punto de salir el chico la detiene.

- Me gusta tu tatuaje.

Con ese comentario se gira y cuando lo mira está sonriendo. Eso lo culmina todo. Sale a paso apurado a la calle y toma la calle de la derecha. Va a volver a casa, seguro que Guille ya le está esperando.

***
Lo mejor de que un buen amigo tuyo sea tu vecino es que te puede acompañar a casa. Eso es lo que le ocurre a Vicky con Yago. El chico vive en frente de su casa, aunque casi pasa más tiempo en casa de Iván. Vuelven conversando sobre los acontecimientos de la tarde. Yago está de acuerdo con Vicky sobre qué Lorena y Gala tienen cada una su parte de culpa, pero que sin duda ha empezado la pelirroja. Vicky está más tranquila que antes, aunque todavía no haya hablado con su amiga. Por un momento mira detenidamente a Yago. Es un poco más alto que ella, su pelo es más oscuro y sus ojos, totalmente marrones, que en este momento chispean jovialmente.

- ¿Qué miras tanto? – Pregunta divertido.

- Nada. – Dice ella a la vez que se sonroja ligeramente. - ¿Por qué no la has defendido?

- Fácil. – Responde haciendo un amago de risa. – Si no me gusta lo que oigo no lo defiendo.

- Pero, ¿no te gusta?

- ¿Y…?

- No, nada… - Responde quitando la vista de él.

- A ver, Vic, por eso no te preocupes que son cosas nuestras.

- Que sí… Vale. Ya hemos llagado.

- ¿Te paso a buscar mañana?

- No. – Dice por último y se gira hacía su casa.

No hay nadie, pero tampoco le importa, se quita las deportivas, se hace una coleta y sube las escaleras hasta su cuarto. Enciende la mini-cadena y empieza a sonar una canción que nadie sabe que le gusta. Les ha jurado a sus amigos que no le había gustado nunca Hannah Montana, tal vez fuera por vergüenza o por el mismo miedo de siempre, pero la ignorada canción es descubierta rápidamente cuando Yago ve desde su ventana a Vicky bailar y cantar He could be the one.

Mientras tanto en la otra habitación, Vicky disfruta al cantarla, con un inglés pésimo. En algún punto de la canción la chica se deshace de los pantalones para cambiarse. No está nada mal, piensa Yago obligándose a dejar de mirar. Entre tanto acaba la canción y empieza a sonar una canción distinta. I’m a believer de Smash Mouth.
***
En cuanto a llegado a casa ha empezado a revisar la memoria de su cámara. Hay fotos de su hermana, de Vicky, alguna foto que seguramente se la haya tomado la morena, de Ana, su madre, de algunas tardes de aburrimiento… Y, por supuesto, la sección prohibida, donde están algunas de esas fotos que no permitiría que nadie viera. Fue una condición que tomo como obligación personal hace muchos años. Entre esas fotos hay algunas que le hizo a Vicky en verano mientras dormía y algunas que le ha tomado ha Gala sin que nadie más lo supiera. Le quita la tarjeta a la cámara, la cambia y la recoge.
Lorena aún no ha llagado, sabía que se iría a dar una vuelta, pero no que tardaría tanto. Se tumba en la cama y mira el techo. Piensa en que tendría que haber defendido más a su hermana antes, aunque tampoco es fácil tratar con Gala. Cierra los ojos. Está cansado. Decide dormir un poco y caer en los brazos de Morfeo.

***
Luis ha decidido llevarla a casa con la moto, ya que se les había hecho muy tarde en aquel pequeño parque de su infancia. Conoce a aquella pelirroja desde que nació, aunque un día dejaron de hablar y hace dos meses se rencontraron en ese lugar. Gala estaba enfadada, agobiada, llorosa, al borde de un ataque de ansiedad y, por casualidades del destino, Luis, que pasaba por allí, la vio. Decidió intentar calmarla, pero no se dejaba. No se acordaba de él, aunque tampoco podían culparla, había desaparecido totalmente un tiempo. Como pudo, consiguió tranquilizarla un poco, pero lo que culmino ese momento, sin duda, fue que la dejara unos segundos para que se desahogara. Gala en ese momento se sintió pequeña, muy pequeña. Había peleado fuertemente con Vicky y pensaba que no se iba a solucionar. Por supuesto, de esto no se enteró la morena.

Desde ese día, cada vez que le pasa algo que la altera le llama a él, se alivia y, depende del día, pasan unas cosas u otras.

- Ya hemos llegado. – Dice el chico quitándose el casco y dándose la vuelta.

- No me digas. – Dice ella sarcástica.

Se quita el casco y se lo devuelve a Luis. Se baja de la moto y le da un beso en la mejilla al chico, al cual le ha sentado más que si fuera un simple beso. Se vuelve a colocar el casco, acelera y se va, dejando a Gala delante de casa de vecino. El chico es muy simpático y agradable, pero no le piensa decir su dirección real. Avanza hasta una casa un poco más pequeña, pero más acogedora. Su casa.

- Princesa, ¿dónde estabas? – Oye nada más abrir la puerta.

***
Se asoma por la pequeña ventana de su cuarto, expulsa el humo, vuelve a meterse el cigarro entre los labios y aspira. Le ha jodido mucho la contestación de Vicky. Solo quería hablar con ella. Es una borde. Sabe que lo que hizo no estuvo del todo bien, pero casi cualquier chica de su edad lo hubiera querido. Porque, aunque suene egocéntrico, sabe que no está mal físicamente. A lo mejor es que la morena es bastante rara.

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