Consejos extraños y actividades corrientes - Capítulo 7

Después de confirmarle a Isa que Guille había aceptado la propuesta, esta sube las escaleras, eufórica, para cambiarse, mientras que Vicky se queda en la cocina tomando un café con leche y mirando las notificaciones de su móvil. Tiene unas cuantas, de diversas redes sociales, un correo electrónico de unos apuntes y ejercicios que les ha mandado su profesor de geografía y un mensaje de su hermano que dice:

Porfa. Enana dile a los papas que no voy a dormir.

Sonríe a la pantalla y niega con la cabeza a la vez que se manda a su hermano un “ok” con algunos emoticonos de besos. La última vez que lo vio iba acompañado por una morena que tendría prácticamente la edad de su hermano. La chica estaba sonriente, por lo tanto, me espero como habrán terminado. Se termina el contenido de su taza. Casi le parece una droga. No puede pasar un cierto número de horas sin tomarse un café.

Deja la taza dentro del lavavajillas y sube las escaleras para cambiarse. Nada más llegar al rellano de la segunda planta, ve salir a su hermana de su habitación con un pantalón corto vaquero y una sudadera rosa.

- ¡¿Aún estás así?! DEPRISA – Le apura su hermana dando unas cortas y rápidas palmadas.

- A ver, canija, ¿por qué tantas ganas de ver a Guille?

- Porque sí. VAMOS.

Entra en su cuarto y se empieza a cambiar. Se pone una camiseta de color caqui, unos pantalones negros y unas deportivas blancas, deja su melena marrón casi caoba suelta y remata su conjunto con su riñonera favorita. Casi por instinto mañanero, observa a la ventana de en frente. La de Yago. Todavía tiene la persiana bajada. Seguro que se fue tarde a dormir y sigue acortado, luego le llamara para ver qué tal esta. Baja las escaleras ante la atenta mirada de su madre y su hermana. Después de darle un beso la primera en la mejilla sale con Isa.

***

Se despierta tranquilamente entre montones de cajas. Hoy ni sus padres ni su hermana están en casa. Se desperezo encima de la cama con los ojos cerrados, luego se levantó para prepararse su té matutino. No ha pasado una excelente noche que se diga. Primero no le entró sueño, luego le empezaron a llegar notificaciones, pero no los quiso mirar, y ya cuando ha pillado el sueño eran casi las seis de la mañana. Por lo cual, ha dormido un poco más de cuatro horas. Se termina de beber su bebida, pasa por el pasillo de nuevo hacia su cuarto, se pone un peto negro con una camiseta blanca que ya tenía preparados y se hace una coleta alta. Enciende un reproductor de música que sacó ayer, pone uno de sus pendrives y empieza a sonar Bam Bam de Mafalda mientras comienza a desempacar cajas. Primero saca la ropa y va dejando encima de la cama, luego la organizara; después las fotos, la mayoría son con Axel, su hermana o con sus amigos de los campamentos; lo siguiente son los libros que París va apilando encima de su escritorio, junto con todo su material escolar y su portátil; y por último los discos y recuerdos almacenados en un par de cajas donde pone bien grande “FRAGIL”. A partir de ahí intenta organizar lo más posible todo en las estanterías, armarios y cajones.

***

- Cariño, acércame las gafas anda.

Gala, rápidamente, deja de hacer la cama y sale de la habitación de su abuela para darle las gafas. Ya lleva allí casi una horas y media se tiene que ir a comprar.

- Abuela, me tengo que ir, pero vuelvo en 15 minutos.

- Vale, cariño, vete.

Y tal y como lo dice lo cumple. A las 10:30 entra por la puerta que da al salón de la casa, donde está casi siempre sentada su abuela. Ella se quiere mover más, pero Gala no le deja. Nada más entrar recibe un mensaje de Yago.

Tenemos una conversación pendiente.

Solo eso. Gala resopla, Yago la tiene agotada. Tiene cosas más importantes en las que pensar que en novios. Además, tampoco le gusta la idea de salir con el chico. Tiene la sospecha de que a él la que de verdad le gusta es Vicky.

Su abuela al verla en la puerta parada mirando ese trasto electrónico la llama.

- Cariño. Ven.

Gala automáticamente levanta la vista de su móvil y lo guarda en el bolsillo. Se acerca a la vera de su abuela y se sienta en uno de los sillones.

- ¿Qué pasa?

- ¿Cómo “qué pasa”? – Pregunta dudosa Gala.

- Puedes contármelo, cariño. No se lo contaré a tu madre. – Responde María, la abuela, haciendo que la joven resople.

- ¿Tanto se nota que me pasa algo? – Pregunta otra vez.

- No, preciosa. Pero te conozco desde que naciste. ¿Es por algún chico?

- Parecido

- Bueno, en ese caso te voy a decir una cosa. Eres joven, cariño, preocúpate por cosas sin importancia, ya tendrás tiempo para aislarte en problemas más graves.

***

A la hora exacta ya estaba Guille con su cámara en uno de los bancos del parque. Le ha hecho cierta gracia la llamada de Vicky, a ella no le gustan demasiado fotos que se diga. Se acababa de levantar así que solo ha tenido que vestirse porque siempre la cámara preparada. Mira las fotos que tiene en su móvil, concretamente las de su último viaje, cuando se fue con su familia a pasar unos días a un pueblo bastante mágico desde su punto de vista. Todos sus habitantes son muy simpáticos y agradables. De repente una voz en su oído lo sobresalta, pero al darse cuenta de quién es se le relajan los músculos.

- Lo siento, mi hermana es una petarda. – Susurra Vicky ante la irónica mirada de Isa.

- Tranquila, tenía pensado antes de que me llamases ir a sacar unas fotos…

- Vale. – Dice y me da un beso en la mejilla.

- Bueno, ¿tenéis alguna idea para las fotos?

- Eso pregúntaselo a la petarda esta, que yo no sabía nada.



Después unas horas de poses y risas, ya es la una así que Isa se tiene que ir a casa.

- Me las pasaras al correo ¿no? – Pregunta la chica a Guille.

- Mira, te doy la tarjeta, te las pasas y luego se la das a tu hermana para que me la devuelva. – Dice Guille a la vez que saca la ficha de la ranura y se la entrega.

- Em… Vale…

La guarda en uno de los pequeños bolsillos de su bandolera, le da un beso a su hermana y se marcha dejando sola a la pareja. Vicky, con unas de las gomas que lleva en la muñeca, se hace un par de coletas y mira a Guille con una sonrisa.

- ¿Vamos a comer? – El chico asiente casi riendo.

Se acercan hasta un restaurante/bar situado en la calle mayor y, en un pueblo se conoce todo el mundo, conocen al dueño, Félix, un hombre de pelo canoso, con ojos negros y bastante fuerte.

- Félix.

- Hombre, chicos, ¿Qué tal?

- Pues bastante bien. Acabamos de volver de hacer unas fotos y…

- Ah, muy bien. – Dice el hombre sonriente y termina la frase. – Y queréis una mesa ¿no?

- Pues sí, la verdad.

- La del fondo a lado de la ventana está libre, ahora os pasaré a tomar nota.

Van los dos hasta la mesa que les acaban de indicar que es la mesa favorita del local de Vicky. Primero charlan sobre las clases, algún cotilleo, aunque este tema se va rápido por la persistente opinión de que cada uno puede hacer con subida lo que quiera, hasta que llega Félix para tomarles los pedidos. En cuanto se va empiezan otra conversación.

- ¿Y Lorena?

- Está en casa… lleva bastante rara desde el martes y, para colmo, no se le ha ido nada del tinte, además…

- A ver, punto número 1, el martes no fue buen día para ninguno. – Guille mira hacia la mesa, huyendo de la mirada de Vicky. – Punto número 2, el tinte tardará su tiempo. – Le devuelve la mirada. – Si quieres que hable con ella, solo dímelo ¿vale?



- De acuerdo…

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